Llegamos al último peldaño de este camino de valores que, bajo mi punto de vista, son “nuestra mejor arma” para hacer realidad nuestros sueños, pero también —sin duda— nuestro mejor legado. Hoy hablamos de un valor que no solo nos conecta con los demás, sino que amplifica todo lo que hemos vivido y aprendido: compartir.
Desde pequeño, aunque no llegué a conocerlo en vida, el legado de mi bisabuelo me transmitió la importancia de este valor. Él fue fundador de la Escuela Nacional de Avicultura, escribió un libro y editó durante más de 30 años la revista Mallorca Agrícola y Avícola, desde donde, tal como reflejaba en su primera editorial, lo que pretendía con ello era servir, orientar, defender y unir.
En casa, su biblioteca permanecía intacta, y muchas noches, de camino a mi habitación antes de irme a dormir, me detenía frente a aquellos estantes llenos de historia. Fue mi abuela quien, al ver mi vocación por transmitir, me dijo en una ocasión: “Esta pasión tuya por divulgar y compartir, seguro te viene de él.”
Aquel comentario sembró en mí una idea que con el tiempo fue tomando forma: compartir lo que uno sabe, lo que ha vivido, es una manera de dejar legado.
Compartir es entregar lo que nos ha marcado. Es tener el coraje de abrirse, de mostrar lo que hemos aprendido. Es inspirar a quienes pueden necesitar esa luz justo en el momento adecuado.
“Compartir es sembrar semillas en quienes están listos para hacerlas florecer.”
A lo largo de mi carrera como entrenador he intentado aplicar este valor en cada sesión, en cada conversación, en cada acompañamiento. He procurado crear un espacio donde el otro también pueda compartir, crecer y sentirse parte. De hecho, cada vez que he compartido conocimiento, a la vez he recibido.
“Compartir es crecer en doble sentido.”
En este proceso de escribir esta serie de posts —Los valores son nuestra mejor arma— que empezaron con el post sobre la pasión y siguieron con acción, dedicación, coraje, humildad, responsabilidad, constancia, coherencia, unión, diversidad y superación, para terminar hoy con compartir, he descubierto que con ello no solo inspiraba a otros, sino que también me ayudaba a mí mismo a darles cada vez más sentido a cada uno de ellos.
Y entendí algo esencial: los sueños no se completan hasta que se comparten.
“Hay momentos compartidos que se graban en el alma más que en la memoria.”
Gracias por haberme acompañado durante estas doce semanas. Cada mensaje, cada lectura, cada reflexión compartida ha sido también para mí una fuente de motivación.
Nos vemos muy pronto, en nuevos caminos, con nuevas formas de seguir sembrando valores.
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