Murray ganó Wimbledon jugando en español y Nadal domina la pista dura también en español

Han pasado casi dos meses desde el último artículo que escribí, Julio y Agosto son dos meses en donde la actividad de los que nos dedicamos a este mundillo se incrementa y fue tarea imposible el buscar un hueco. En el circuito ATP también son muchos los torneos importantes que se han disputado en estas fechas: nada más y nada menos que Wimbledon y los ATP 1.000 de Montreal y Cincinnati.

Hay mucho que contar pero intentare centrarme y profundizar como en el artículo anterior en lo que creo que ha diferenciado a los ganadores en esta ocasión: Andy Murray (Wimbledon) y Rafael Nadal (Montreal y Cincinnati), del resto.

Como buen conocedor del trabajo que ha realizado Rafael a lo largo de su carrera con Toni Nadal, y Andy el tiempo que estuvo en España en la Sánchez-Casal con William "Pato" Álvarez, puedo ver similitudes en la base de su trabajo y en su progresión, aunque diferente pero para lograr llegar a lo mismo: dominar el partido con el dominio en las jugadas con los tiros que uno domine, valga la redundancia.

Al igual que en la final de este año de Roland Garros se hablaba en español, como no podía ser de otra manera, siendo sus protagonistas Nadal y Ferrer, en la final de Wimbledon entre Murray y Djokovic el sistema español estuvo muy presente, y ayudo mucho a Andy a cambiar la historia y dar por cerrada la sequía de 77 años sin británicos levantando el trofeo londinense.

Pero ¿En qué se diferencia el sistema español frente al resto? Principalmente, en su incidencia en el juego de pies (doble ritmo) que le permite a uno recibir correctamente todas las bolas. Primero para superar en cada tiro el primer gran obstáculo, la red, y en segundo lugar dar la dirección adecuada dentro de los límites de la pista, con la profundidad, peso y velocidad suficiente para poder llevar el mando del punto e intentar construir una jugada sin que ello suponga cometer un error no forzado.

Todo ello que tan fácil parece al decirlo implica mucho esfuerzo, disciplina, concentración, exigencia… y el sistema español se caracteriza por incluir todos estos ingredientes en cada una de sus sesiones de trabajo, ya sea con cubos, con numerosos fijos desde el fondo o bien porque mayoritariamente se trabaja sobre arcilla.

Si observamos la final de Wimbledon 2013 entre Andy y Novak, veremos que Andy hace un tenis de mucho porcentaje: sus cifras de errores no forzados son la mitad que las de su adversario, y de estos el número de bolas que se quedan en la red son inferiores a las de de Novak. También el número de ‘winners’ del escocés y puntos ganados en la red es superior al del croata. Esto quiere decir que las direcciones de Andy son las acertadas, que la construcción de las jugadas está mejor desarrollada y que a la hora de efectuar los pasantes ha recibido mejor la bola. La media de devoluciones de Andy está también por encima, tras las de Novak Murray suele estar ya colocado para recibir la bola, salvar la red y jugar en la dirección que más obligue a desplazar a su contrincante.

Todo lo anterior sorprende de un jugador británico, donde sus inicios en el tenis los desarrollo mayoritariamente en pista ‘indoor hard’, dónde el riesgo que se toma la mayoría de veces es desmesurado, y donde uno tiende a inventar tiros y jugadas pegándole a la bola tal y como viene, quizás precipitándose.

Es por ello que los más de cuatro años que Andy Murray pasó en Barcelona a las órdenes de "Pato" Alvarez cogen mucha relevancia. Se ve claramente que el aprendizaje recibido en la Sánchez-Casal es básico para esta evolución de su juego.

En los conocidos cubos del sistema español, así como en los fijos, se obliga al jugador a moverse correctamente en cada una de las bolas y no se le permite en ninguna pegar tal y como viene. Esto, junto con el juego a diario en tierra hace que uno trabaje de forma más ordenada cada uno de los puntos y, como no, que mejoren los aspectos mental y e físico.

Sin duda, la constancia que demostró Murray al término de la final, cuando Novak puso todo su tenis, que no es poco, sobre la hierba londinense, junto con la manera de jugarle demuestran que los años de formación de Andy en España estaban presentes una vez más en una final.

Por otro lado las últimas victorias de Rafael Nadal en los ATP 1000 de Montreal y Cincinati, sobre pista dura y en el segundo caso, en las pistas más rápidas del circuito (aún recuerdo lo rápidas que me parecieron cuando en 2004 le acompañe y perdió en primera con Chela) demuestran que, sin salirse de lo que diferencia el tenis español (tenis de porcentaje, mordiendo los dientes cuando corresponde, dejando pocas bolas en la red, recibiendo bien las bolas con los pies, mayoritariamente buscando tiros pesados) se puede ganar también en pista dura y dominando como lo está haciendo este año. Gracias a su posición en la pista y su constante cambio de dirección pero sin salirse de su patrón y estilo.

En alguna de las conversaciones de tenis que durante estos años he mantenido con Toni Nadal, el me transmitía su deseo de que el juego de su sobrino evolucionase hacia la dirección que estamos observando, pero sin destruir lo que funciona, es decir lo que le hizo y le hace que ganar.

Me alegra mucho comprobar que los propósitos de Toni se han cumplido y comparto totalmente sus palabras "La gente consideraba a Rafael muy bueno por su físico y su cabeza, pero también tiene mucha calidad en sus golpes y su juego, es completo". Rafael ha entendido que siendo más agresivo, sin que esto implique salirse de su porcentaje en cuanto a errores no forzados, gana incluso más que cuando corría tanto y sigue hablando en español.