29 de mayo de 2025

Compartir: Inspirar un sueño

Llegamos al último peldaño de este camino de valores que, bajo mi punto de vista, son “nuestra mejor arma” para hacer realidad nuestros sueños, pero también —sin duda— nuestro mejor legado. Hoy hablamos de un valor que no solo nos conecta con los demás, sino que amplifica todo lo que hemos vivido y aprendido: compartir.

Desde pequeño, aunque no llegué a conocerlo en vida, el legado de mi bisabuelo me transmitió la importancia de este valor. Él fue fundador de la Escuela Nacional de Avicultura, escribió un libro y editó durante más de 30 años la revista Mallorca Agrícola y Avícola, desde donde, tal como reflejaba en su primera editorial, lo que pretendía con ello era servir, orientar, defender y unir.


En casa, su biblioteca permanecía intacta, y muchas noches, de camino a mi habitación antes de irme a dormir, me detenía frente a aquellos estantes llenos de historia. Fue mi abuela quien, al ver mi vocación por transmitir, me dijo en una ocasión: “Esta pasión tuya por divulgar y compartir, seguro te viene de él.”

Aquel comentario sembró en mí una idea que con el tiempo fue tomando forma: compartir lo que uno sabe, lo que ha vivido, es una manera de dejar legado.

Compartir es entregar lo que nos ha marcado. Es tener el coraje de abrirse, de mostrar lo que hemos aprendido. Es inspirar a quienes pueden necesitar esa luz justo en el momento adecuado.


Compartir es sembrar semillas en quienes están listos para hacerlas florecer.

A lo largo de mi carrera como entrenador he intentado aplicar este valor en cada sesión, en cada conversación, en cada acompañamiento. He procurado crear un espacio donde el otro también pueda compartir, crecer y sentirse parte. De hecho, cada vez que he compartido conocimiento, a la vez he recibido.


Compartir es crecer en doble sentido.

En este proceso de escribir esta serie de posts —Los valores son nuestra mejor arma— que empezaron con el post sobre la pasión y siguieron con acción, dedicación, coraje, humildad, responsabilidad, constancia, coherencia, unión, diversidad y superación, para terminar hoy con compartir, he descubierto que con ello no solo inspiraba a otros, sino que también me ayudaba a mí mismo a darles cada vez más sentido a cada uno de ellos.

Y entendí algo esencial: los sueños no se completan hasta que se comparten.


Hay momentos compartidos que se graban en el alma más que en la memoria.

Gracias por haberme acompañado durante estas doce semanas. Cada mensaje, cada lectura, cada reflexión compartida ha sido también para mí una fuente de motivación.

Nos vemos muy pronto, en nuevos caminos, con nuevas formas de seguir sembrando valores.

23 de mayo de 2025

Superación: ir más allá de un sueño

Seguimos avanzando en este camino de valores que, desde mi experiencia, son “nuestra mejor arma” para hacer realidad nuestros sueños. Hoy llegamos a un valor tan exigente como transformador: la superación.

Superarse no es únicamente ganar. Es atreverse a ir más allá de lo que un día, principalmente por nuestras falsas creencias, nos limitó, incluso cuando eso supone mirar de frente lo que más nos ha paralizado.

Durante muchos años de mi vida, desde los cinco años, conviví con una pérdida auditiva importante causada por una otitis severa en ambos oídos. Durante demasiado tiempo rehusé usar audífonos, convencido de que serían motivo de rechazo. Esa idea, sostenida en silencio, me llevó a intentar ocultar mi dificultad, especialmente en el colegio, para aparentar normalidad.

No fue hasta los 28 años, cuando la tecnología había mejorado —con audífonos más reducidos y discretos— y mi madurez también, que decidí afrontar ese miedo. Al ponerme los audífonos por primera vez, comprendí que lo que evitamos por miedo suele costarnos más que el esfuerzo de enfrentarlo.

La valentía no es no sentir miedo, sino conquistarlo

Como entrenador, he acompañado a otros en procesos de superación. Con el grupo de competición, la superación no era solo ganar partidos, sino seguir creciendo, trabajando duro y afrontando los frenos internos incluso cuando los resultados, pese a las mejoras, aún no llegaban.

No ver aún el fruto no significa que el árbol no esté creciendo

Con David Vega, lo viví especialmente en sus momentos de transición: cuando tuvo que reinventarse y finalmente decantarse exclusivamente por el dobles, tras años de intentarlo también en el individual. Su constancia no habría tenido el mismo impacto sin esa capacidad de superar dudas, frustraciones y decisiones difíciles.

Y, por supuesto, en Rafa Nadal. Si hay alguien que ha hecho de la superación mental una forma de estar en el mundo, ha sido él. Su capacidad para ir más allá incluso cuando parecía que su cuerpo no se lo iba a permitir —y cuando ya no quedaba nada por demostrar— es una lección que nos inspirará siempre a todos los amantes del esfuerzo y la superación.

El principal límite entre rendirse y superarse está en la mente

La próxima semana cerraremos esta serie con el duodécimo valor: compartir, ese gesto generoso que transforma lo aprendido en inspiración para los demás.

Nos vemos en el siguiente peldaño.

18 de mayo de 2025

Diversidad: variedad frente a un mismo sueño

Seguimos avanzando en este sendero de valores que, desde mi experiencia, son “nuestra mejor arma” para hacer realidad nuestros sueños. Hoy nos detenemos en un valor, la diversidad, que nos recuerda que no todos los caminos son iguales y, sin embargo, todos pueden llevar al mismo destino.

La diversidad nos invita a reconocer, respetar y valorar las diferencias, no como obstáculos, sino como oportunidades. Entender que cada persona tiene una manera única de ver, sentir, aprender y avanzar frente a un mismo propósito nos abre a nuevas perspectivas y nos enriquece profundamente como personas y como profesionales.

Desde pequeño, lo viví en casa. A pesar de haber recibido la misma educación, mis tres hermanas mayores eran, en muchos aspectos, distintas. Una era detallista y tranquila, otra decidida y práctica, otra madrugadora y meticulosa… ¡y todas convivían bajo el mismo techo! Aquello me ayudó a comprender, sin darme cuenta, que no hay una sola forma de ser, ni una única manera de hacer las cosas.

Sobre gustos no hay nada escrito

Como entrenador, ese aprendizaje ha sido esencial. Cada jugador con el que he trabajado me ha llevado a descubrir un camino diferente. Aunque el objetivo común era alcanzar su excelencia deportiva, la forma de lograrlo, de motivarse, de gestionar los momentos buenos y los difíciles, siempre ha sido distinta. Acompañar respetando esa diversidad me ha obligado a ser más comprensivo, y también me ha enriquecido profundamente como coach y como persona.

He entendido que no se trata de aplicar una única receta, sino de encontrar el enfoque más adecuado para cada uno. Y que las diferencias no separan; al contrario, si se integran con respeto y pluralidad, se convierten en una gran fortaleza compartida.

Un buen equipo no evita las diferencias; sabe que son fortalezas

La próxima semana hablaremos del valor de la superación, ese impulso que nos lleva a ir más allá, incluso cuando todo parece haber llegado a su límite.

Una vez haya recibido vuestros valiosos comentarios, seguiremos con el siguiente peldaño.

10 de mayo de 2025

Unión: Vínculo ante un sueño


Seguimos avanzando en este camino de valores que, desde mi punto de vista, son “nuestra mejor arma” para lograr nuestros sueños. Hoy llegamos a un valor que da sentido al nosotros: la unión.

La unión es ese lazo invisible que nos une a otras personas cuando compartimos un propósito. Es la fuerza que se multiplica al ir juntos, y que nos sostiene en los momentos difíciles. Implica colaborar, confiar, complementar, caminar al lado. Sin ella, cualquier sueño compartido se tambalea.

En mi infancia, lo viví con claridad. La unión entre mis abuelos maternos fue un ejemplo constante. En las alegrías y en las dificultades, siempre estuvieron juntos, trabajando codo con codo en el campo y en la vida. Aquella sintonía natural entre ellos fue la raíz que nos unió a toda la familia. Durante las tareas más exigentes, como la recogida de almendras o algarrobas, nos agrupábamos todos, cada uno con su rol, su energía y su entrega. Lo importante no era solo el resultado: era el vínculo que se tejía mientras lo conseguíamos juntos.


La unión hace la fuerza

En el deporte de competición, esta verdad cobra relevancia. A lo largo de mi carrera como entrenador lo he visto en muchos contextos. Con Rafael Nadal, esa unión en su entorno —especialmente con su padre y su tío Toni— fue decisiva. Cada uno asumió un rol distinto, pero todos compartían un objetivo común: que Rafa creciera como deportista, pero sobre todo como persona. La coherencia de sus decisiones y el respeto mutuo entre ellos fueron la base de una unión sólida que lo sostuvo en las adversidades y frente a los grandes retos de su carrera.

En la adversidad, la unión demuestra su verdadero valor

También lo viví —y lo vivo— junto a David Vega, especialmente con su familia. Su apoyo incondicional y la complicidad que mantenemos desde hace tantos años de trabajo son determinantes. Porque en los trayectos largos, lo que te hace resistir no es solo la motivación, sino la compañía de quienes creen en ti y en el proyecto.

La verdadera unión no exige protagonismo, exige compromiso compartido

La próxima semana hablaremos de otro valor esencial: la diversidad. Esa riqueza que nace de las diferencias y que, lejos de separarnos, puede convertirse en un impulso si se aprende a integrarla.

Con muchas ganas de leer vuestros comentarios.

Nos vemos en el siguiente peldaño.

2 de mayo de 2025

Coherencia: lo que implica un sueño

Seguimos avanzando en este camino de valores que, desde mi experiencia, son “nuestra mejor arma” para hacer realidad nuestros sueños. Hoy llegamos a un valor que actúa como hilo conductor entre todo lo que pensamos, decimos y hacemos: la coherencia.

La coherencia es ese valor que nos permite alinear nuestras decisiones con lo que realmente sentimos. Es actuar en consonancia con nuestros principios, incluso cuando es más cómodo o tentador hacer lo contrario.

En mi infancia, descubrí la fuerza silenciosa de este valor en el ejemplo diario de mi abuela. Su sensatez, su prudencia y su serenidad la convertían en el pilar de la familia. Nunca necesitó alzar la voz: era su manera de vivir la que transmitía el mensaje más claro. Era prudente en su forma de hablar, de actuar y de acompañar a los demás.

Nunca te arrepentirás de una palabra que no has dicho.”

A lo largo de mi carrera, he entendido que la coherencia no es algo teórico. Es una brújula práctica. Lo vi claramente en el entorno de Rafael Nadal. Desde sus inicios, su familia —y en especial su tío y entrenador, Toni Nadal— aplicaron siempre el sentido común como base de todas las decisiones, priorizando la sencillez por encima de todo.

Aunque Rafa destacó muy joven como profesional, supieron priorizar que viviera su juventud como un chico más, y que creciera, ante todo, como persona. Esa claridad, sin duda, fue uno de los pilares invisibles que favoreció su estabilidad durante toda su carrera.

La coherencia es la brújula que nos guía hacia las decisiones más acertadas.”

También he aprendido que, en momentos de presión e incertidumbre, no siempre es fácil mantener la coherencia. Por eso es tan importante tomarse un tiempo para reconectar con lo que de verdad uno siente, hasta que el camino se vuelve más claro. Cuando acompaño a otros en ese proceso, intento que sea la coherencia la que les ayude a tomar decisiones que les permitan seguir creciendo.

La coherencia sostiene; la incoherencia consume.

La próxima semana hablaremos de otro valor profundamente humano: la unión. Ese vínculo que da fuerza, sentido y compañía en el camino hacia los sueños.

Con muchas ganas de leer vuestros comentarios.

Nos vemos en el siguiente peldaño.

25 de abril de 2025

Constancia: Perseverar en un sueño

Seguimos avanzando en este camino de valores que, desde mi experiencia, son “nuestra mejor arma” para lograr nuestros sueños. Hoy llegamos a un valor que, aunque menos vistoso que otros, es absolutamente imprescindible: la constancia.

La constancia es la capacidad de mantenernos firmes en el camino, incluso cuando los resultados se retrasan, cuando el cansancio aprieta, aparecen imprevistos o cuando la motivación inicial flaquea. Es ese motor silencioso que nos empuja a seguir, día tras día, sin prisa pero sin pausa, hacia lo que anhelamos.

En mi infancia, aprendí el valor de la constancia observando a mi abuelo, quien dedicó su vida a la agricultura y, en menor medida, a la ganadería. Su labor, centrada sobre todo en el cultivo de secano —que requiere cuidado paciente— me enseñó que los frutos más dulces son los que se cosechan después de un largo esfuerzo.

La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces.”

Como entrenador, especialmente durante mi etapa dirigiendo un grupo de competición —formado por un reducido número de jóvenes jugadores muy trabajadores e implicados con su propósito— entendí más que nunca que el crecimiento está en repetir, una y otra vez, entrenamientos con consciencia y partidos luchados en todos los sentidos, de principio a fin. Con ellos alcanzamos esas famosas “10.000 horas de práctica deliberada” que, sin duda, nos hicieron mejorar, crecer y avanzar.

El trabajo constante en la sombra brilla bajo los focos.”

Recuerdo con especial cariño la pretemporada de 2009 en la que, con el grupo, pudimos compartir pista durante varias semanas, mañana y tarde, con Rafael Nadal. Consiguieron, con resiliencia, mantener el ritmo y la intensidad día tras día, incluso cuando el desgaste iba haciendo mella. Aprendieron de un campeón que hizo de la constancia una de sus mayores señas de identidad.

La perseverancia que mantuvo David Vega hasta alcanzar, a los 28 años, el puesto número 28 del mundo en la modalidad de dobles, es otro claro ejemplo del valor que estamos tratando. Sin su insistencia, su empeño y su tenacidad, alcanzar esa brillante posición no hubiera sido posible.

El que persevera, alcanza.

La próxima semana abordaremos un valor profundamente ligado a este: la coherencia. Esa alineación entre lo que decimos, pensamos y hacemos, que sostiene nuestros sueños cuando el entorno o las dudas intentan sacudirlos.

Con ganas de leer vuestros comentarios y observaciones, nos vemos en el siguiente peldaño.

19 de abril de 2025

Responsabilidad: Compromiso con un sueño


A lo largo de estas semanas, estamos recorriendo juntos los valores que, desde mi experiencia, “son nuestra mejor arma” para lograr nuestros sueños. Pasión, acción, dedicación, coraje y humildad son los que hemos explorado hasta ahora. Hoy damos un paso más hacia ese propósito, y lo hacemos de la mano de un valor clave: la responsabilidad.

La responsabilidad es ese compromiso que asumimos cuando decidimos ir en serio tras nuestros sueños. Es reconocer que no basta con desearlos o imaginar cómo sería alcanzarlos; hay que estar dispuestos a sostenerlos con firmeza, con hechos conscientes, día tras día.


Aún perdura en mi mente el momento en que, siendo un niño, el entrenador de mi equipo de fútbol me dio por primera vez el brazalete de capitán. Sentí el peso —y a la vez la alegría— de ser responsable de algo más grande que uno mismo. Me hacía bastante ilusión, sí, pero también descubrí que aquello conllevaba asumir con entereza lo encomendado.

En las ilusiones empiezan las responsabilidades

Recuerdo perfectamente lo que me transmitió Rafael Nadal en la conversación telefónica que mantuvimos, cuando, con tan solo 18 años, recibió la noticia de los capitanes del equipo español de Copa Davis de que contaban con él para disputar la gran final en Sevilla contra Estados Unidos, por delante incluso de jugadores consagrados.

Su reacción fue de inmensa alegría, como es natural: llevaba gran parte de su vida, y en especial la última semana de entrenamientos, luchando por ganarse un puesto en una cita tan importante como esa. Pero casi de inmediato —y así me lo transmitió— le surgió también el peso de la responsabilidad. Ya no se trataba solo de un sueño, sino de honrar la confianza depositada en él.


El compromiso con el proceso determinará el progreso

La próxima semana daremos un nuevo paso en este camino de valores con otro de los imprescindibles: la constancia, ese motor silencioso que sostiene el avance incluso cuando el entusiasmo inicial empieza a flaquear.

“¿Qué responsabilidad marcó tu camino?”

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Nos vemos en el siguiente peldaño.